El éxito artístico.

El éxito es un fenómeno cultural, como el fracaso, sentimos a ambos a través de sensaciones y conceptos que la sociedad moldea, hay que situarlos en nuestro tiempo, al margen de lo que han significado en otras culturas y otras épocas.

Éxito es sinónimo de victoria, triunfo, fama, culminación, celebridad, cada vocablo con sus matices. El éxito es subjetivo y se asimila a dinero, a tener o ganar mucho dinero. Y no es una causa del capitalismo, antes de que existiera ese sistema, el éxito ya era indicativo de opulencia, nombradía, prosperidad, feracidad.

Hay un tremendo error en el que caen muchos artistas, porque siguen asimilando éxito y triunfo con dinero y fama. Y no, en arte eso no es así. Para un artista el éxito está en lograr la expresión que ambiciona, en la perfección de sus visiones; en hacer aquello que siente y quiere hacer con habilidad, como emblema de su creatividad ante el mundo.

El éxito para el creador estético no es la fama, ni la alta cotización, sino lograr formas expresivas que identifiquen su dimensión, que le hagan sentirse dueño de su destino. Anhelamos construir un cosmos, si no lo logramos, no llegamos a conocer el paraíso. El arte es hijo de la soledad, del trabajo individual; los productos industriales, del colectivo y la tecnología.

Muchos artistas de hoy, jóvenes o no tanto, no se plantean estas cuestiones. Quieren ser famosos, ricos y triunfadores como sea, sin valorar los medios para conseguir sus fines. Y está muy bien ambicionar riqueza y disfrutar de todos los caprichos, pero eso tiene que ver con el comercio, la industria y la diligencia para ganar dinero. La paradoja del arte es que hace rico a los otros.

Para el creador, el éxito no está en vender mucho y en ganar dinero, sino en arbitrar un lenguaje que exprese su sentimiento y la emoción de manera única. Esto no quiere decir que un artista no deba vender, claro que no. El artista tiene que vender, porque cuando vende se posa en el suelo, relaciona mejor su trabajo con lo que transmite y vive de lo que hace. Pero no debe fundamentar su obra en la sonrisa del mercado.

Los comerciantes, los comerciales, los especuladores están modificando el proceso, el concepto del arte. Hay artistas con una intendencia detrás, un laboratorio de marketing, y trabajan como si fueren una fábrica de lavadoras. Pero, una lavadora no es una obra de arte, por muy bien que funcione. Al fundir cultura y espectáculo se pretende hacer del arte un producto de masas, de consumo masivo y eso es ajeno al arte. Los trucos confunden al mercado, lo seducen, no al arte.

Cuando no se sabe qué decir, hablamos de cantidad, como si resolviere algo; fijamos la importancia de un museo por número de visitantes, no por las personas que enriquece; valoramos la dimensión de una obra por la cantidad de “me gusta”. El mercado, con independencia de la calidad del arte, requiere marcas; el hombre, necesita arte; el artista, la ética de la estética.

El creador fracasa cuando no logra materializar lo que desea manifestar, cuando no acierta a decirse con su obra, cuando lo que hace carece de dimensión, cuando no emociona ni despierta las sensaciones buscadas. ¿Fracasó Van Gogh, porque logró vender un sólo cuadro? Emily Dickinson (1830-1886) escribió 1789 poemas, en vida solo vieron la luz seis. ¿Es una fracasada Emily Dickinson? Fue dueña de su soledad y de su creación.

Hay personas prisioneras de su ansiedad, no se conocen, no saben qué pueden dar, no se realizan, no se buscan y, en consecuencia, viven en constante autodestrucción, en un ahogo permanente. Se aniquilan incapaces de ver la realidad. No debemos esperar en todo momento el elogio, porque desvirtúa. No debemos abrillantar nuestro ego hasta hacerlo insufrible, porque un ego desproporcionado conduce al narcisismo de los acomplejados.

John Kennedy Toole se suicidó a los 37 años, tras una depresión al ser rechazado por los editores. Años después su madre logro publicar La conjura de los necios, que fue Premio Pulitzer de 1981. Hoy es un clásico universal.

De inicio, saber dónde estamos y qué somos. Conocer nuestras virtudes y nuestros límites. Nunca dejar de intentar cumplir cada sueño, pero con los ojos abiertos. ¡Qué sería del hombre sin la capacidad de soñar! Una existencia aburrida y reductora. Muchas veces, los contemporáneos no ven, ni descubren, porque no saben observar, envueltos en la capa de los intereses y la soberbia, Y se ciegan y dejan pasar la oportunidad de reconocer el talento ajeno.

No fracasan los que hacen lo que deben, fracasa el impostor, el pelele. No fracasa el creador que abre ventanas al sentimiento y al pensamiento. Fracasan los que no creen en lo que dicen creer, los que no lo intentan.

Las instituciones privadas son muy libres de hacer lo que crean conveniente. Pero los que gastan y derrochan dineros públicos deberían ser responsables económicos de la basura que compran, no a precio de saldo, sino a precio de obra maestra. Son responsables de que los centros culturales no funcionen, de que la información esté adulterada.

Entre los que alcanzan la fama hay pocos artistas, ¿quiere eso decir que el resto ha fracasado? No. Picasso sirve de ejemplo, porque es el más conocido y más creativo de todos.

La palabra éxito procede de exitus, que vale por salida, final, muerte. Quizá el éxito no sea más que un cameo fugaz con la gloria, pero si algún día me lo encuentro será por ser yo mismo, será por creer en mi trabajo y sobre todo por el esfuerzo de transmitir y encontrar la expresión y dimensión que a otros enriquece.

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